martes, 13 de enero de 2009

Cronista e ilustrador colonial


por Cecilia Carchi V.

El conocimiento de la literatura de la época colonial andina, específicamente la crónica, es una de las grandes ausencias que actualmente enfrenta el pénsum académico literario, en educación superior. No con la intención de resolver este vacío, sino con el deseo de sembrar inquietudes e intereses, la Dra. Mercedes López-Baralt, puertorriqueña, conversa con nosotros sobre la Nueva Crónica de Guamán Poma de Ayala.

Con estudios en antropología simbiótica en Cornell University (Ithaca), López Baralt es autora de El mito taíno: Levi-Strauss en las Antillas (1985); El retorno del rey Inca, mito y profecía del mundo andino (1987); Icono y conquista: Guamán Poma de Ayala (1988); y Guamán Poma, autor y artista (1993).

Aunque existen otros cronistas –Pachacutec por ejemplo que tiene tres o cuatro dibujos- que han ilustrado sus propias crónicas, siempre ha predominado la visión desde el punto de vista europeizante. La colección Grandes Viajes, compuesta por trece volúmenes, publicada por la editorial Belga T. de Bray, sobre la conquista de América en 1590 y 1634, en la cual podemos encontrar 400 grabados sobre nuestro continente, desde la perspectiva de lo español, es una buena prueba de esta premisa. En este sentido Guamán Poma es un caso único dentro de la literatura colonial porque su línea va orientada hacia la revalorización de lo andino y por supuesto a la desvalorización del ejercicio del poder, por parte del conquistador español.

¿QUIÉN FUE GUAMÁN POMA?

Sobre el origen de Guamán Poma de Ayala, López Baralt nos aclara que es “andino, de estirpe yerovilca y nace aproximadamente en 1550. Es un hombre transculturado, que se inicia como intérprete de Cristóbal de Albornoz. Posteriormente se convierte en notario y es probable que trabaje como traductor en el tercer concilio limense de la iglesia católica en 1583”.

Guamán Poma le escribe una carta, que al mismo tiempo ejerce las funciones de crónica de indias, manual de consejerías reales, memorial de peticiones y remedios, a Felipe III, rey de España, denominada “Nueva crónica y buen gobierno”. Nueva crónica concluida hacia 1615 tiene 1.188 páginas incluidos 398 dibujos realizados en tinta por su propio autor, es una descripción de lo que constituyó el mundo andino prehispánico, a través de la narración de la conquista del Perú y la propuesta de un plan utópico de buen gobierno. El texto, mestizo en su totalidad, combina el español con muchas interpolaciones en quechua y aimara.

Desde su aparición estuvo perdida, hasta que fue encontrada a principios de este siglo (1908) por un investigador alemán en la Biblioteca Real de Copenhagen. ¿Cómo llegó este manuscrito a las bibliotecas de España? Es aún una incógnita. Existe la hipótesis de que llegó a Madrid cuando se adquirió la Biblioteca de Manuscritos americanos, del condeduque de Olivares, pero no constituye una certeza.

La primera edición facsímil la hizo en París, en 1936, Paul Rivet. Luego ha habido otras como la crítica que elaboraron en conjunto John Murra y Rolena Adorno, en 1980. A raíz de su primera publicación es la fuente primaria más importante para los antropólogos del mundo andino y para los historiadores con interés en el estudio del Perú colonial. Mercedes López – Baralt se ha dedicado específicamente al estudio de la serie de ilustraciones y dibujos que comprenden su obra.
ILUSTRADOR IRREVERENTE


López – Baralt nos afirma que en muchas ocasiones olvidamos que el siglo de oro europeo (XVI Y XVII) concedió mucha importancia a la imagen, casi tanta como lo hace ahora nuestro siglo. Ello se debió, en buena medida, al Concilio de Trento, que ante la amenaza protestante, a través de su decreto 25, declaró la importancia y conveniencia de persuadir con imágenes a los fieles. Durante esta época se elaboró una literatura, que puede denominarse emblemática, basada en imágenes alegóricas, que tenían leyendas con un mensaje moral y en ocasiones político. Es muy importante tener en cuenta la enseñanza por medio de las imágenes para entender el caso de Guamán Poma.

Los 398 dibujos que realiza este autor andino sobre su propia obra son figurativos, por ello se inserta dentro de lo que se conoce como tradición occidental, en contraposición a lo que fueron usualmente las representaciones visuales de este mundo, generalmente de tipo abstracto y geométrico.

Aparentemente sencillos a primera vista, los dibujos de Guamán Poma son complicados en cuanto a su significación. Mientras uno más los observa encuentra múltiples significados, lo que les otorga a su vez diferentes sentidos, que en ocasiones pueden ser contradictorios.

La estructura espacial andina tiene una vital importancia en las ilustraciones de Guamán Poma. Esta se suele dividir en dos mitades: Hanan y Hurin, la primera quiere decir alto y derecho y se lo asocia al poder español; mientras que la segunda, que implica bajo e izquierdo se lo identifica al indígena. Dependiendo dónde se coloque la figura humana se puede extraer su significación.

Para ejemplificar podemos aludir a un dibujo que nos cuenta la historia de un sacerdote español que abusa de una indígena. Si miramos rápidamente podemos extraer la lectura, vencedor versus vencido, pero si nos fijamos con detenimiento dónde Guamán Poma sitúa al indígena (en la parte Hanna) nos daremos cuenta que éste lo reivindica. Hemos obtenido así una doble lectura: la primera denotativa y la segunda connotativa, que significan mucho a la hora de analizarlos y confrontarlos.

Guamán Poma fue un autor irreverente en el sentido de que sus crónicas e ilustraciones abordaron de una manera diferente y crítica lo que constituyó la historia del Perú prehispánico. No las elaboró por encargo de la corona, ni de la iglesia, sino por cuenta y riesgo propios y en muchas ocasiones su perspectiva fue discutida porque presentó una visión no oficial de los acontecimientos. Su obra está siendo reivindicada por estudiosos de la literatura colonial andina como Mercedes López-Baralt.